EL LENGUAJE EN LA ADICCIÓN Y LA RECUPERACIÓN


El lenguaje en la cultura de la adicción.

Existen problemas únicos al tratar de estudiar y describir el lenguaje en la cultura de la adicción. El lenguaje es un caleidoscopio en constante cambio. Además de este cambio, existen infinitas variaciones influenciadas por la droga de elección, las agrupaciones, la clase social, la geografía y la raza. A pesar de estas dificultades, trataremos de examinar la naturaleza y función del lenguaje y de los temas de conversación que caracterizan la cultura de la adicción.

Se debe dominar un elaborado argot durante la entrada en la cultura de la adicción. Desde el drogadicto que usa medicamentos que puede sonar como un médico ambulante hasta el drogadicto de calle cuyo lenguaje ha evolucionado hasta convertirse casi en un arte, los adictos culturalmente enredados experimentan una transformación en su lenguaje que va paralela a su progresión de la adicción.

El lenguaje cambia a medida que se es absorbido por la cultura. Estos cambios de idioma reflejan la transición y la confirmación de la nueva identidad. El dominio del lenguaje confirma la pertenencia a una sociedad secreta y proporciona las claves para separar a los que están adentro de los que están afuera.

Cuando a los clientes en tratamiento por abuso de sustancias se les pregunta cómo cambió su lenguaje a lo largo de los años que estuvieron involucrados en el uso excesivo de alcohol o drogas, reportan un aumento en el uso de groserías, más uso de vocabulario adicto y un ritual único de juegos verbales que a menudo caracteriza la comunicación entre adictos.

Si se pasaran horas escuchando a los alcohólicos o adictos que están conversando mientras están intoxicados, se haría evidente un patrón de repetición de temas y asuntos. Estos temas incluyen:
  • Historias sobre la prostitución y/o delincuencia con un marcado alarde de virtudes, de astucia, de engaño, ingenio rápido; historias "frías" (serenas y despiadadas) que provocan un recuerdo eufórico de los episodios de intoxicación.
  • Historias de problemas y molestias experimentadas en la vida.
  • Auto presentaciones grandiosas que sirven para aumentar la autoestima.
  • Cuentos que se burlan de los "sanos" (no usuarios) para ridiculizarlos.
  • Historias repetidas (cuentos populares) que transmiten valores culturales.
  • Historias sobre "limpieza" (Es una paradoja cultural que muchos adictos verbalizan sus deseos de no consumir drogas mientras consumen, pero cuando no consumen, hablan constantemente de querer drogarse.)

Hay una serie de implicaciones que se derivan de lo anterior. Primero, si se han pasado años en este tipo de conversaciones, ¿de qué más se habla? Cada vez que los adictos enredados abren la boca, las palabras forman un camino de vuelta a la cultura. Los adictos tienen habilidades lingüísticas que los preparan para un solo mundo: el mundo de la adicción. Si los programas de tratamiento van a crear una alternativa, una vía de entrada a un mundo diferente, entonces deben proporcionar habilidades verbales para prepararlos para esta nueva vida. ¡Los adictos deben volver a aprender a hablar!

Otra consideración es examinar el rango de la experiencia humana no capturada en los temas de conversación de la cultura de la adicción, en donde casi siempre faltan tanto el contenido como las palabras para la expresión afectiva. Para el adicto en etapa avanzada, estas palabras son líneas de un guion utilizado como parte de un engaño (líneas aprendidas para jugar el juego del "tratamiento") o para salir de un problema. Cuando les decimos a los adictos poco después de entrar en el tratamiento: "tienes que ponerte en contacto con tus sentimientos", es como si estuviéramos “hablando en chino”.

Esta expresión afectiva se extinguió muy pronto al entrar en la nueva cultura. Han perdido la capacidad de hablar de sí mismos, aparte de los personajes que han interpretado para mantener la adicción, se han convertido en los personajes. Deben volver a aprender el lenguaje de la expresión afectiva (este aprendizaje es fácil) mucho antes de volver a aprender a experimentar la emoción que lo acompaña. Podemos proporcionar las herramientas del lenguaje para la expresión afectiva, proporcionar condiciones de seguridad y apoyo, y esperar que el adicto vuelva a aprender cómo se siente.


El lenguaje en la cultura de la Recuperación.


Para los adictos cuyas palabras y temas de conversación han sido moldeados en la cultura de la adicción, el tratamiento debe ser un laboratorio de idiomas que los prepare para la vida fuera de esta cultura. Esta sección explorará el papel del lenguaje en el paso del adicto de la cultura de la adicción a la cultura de la recuperación.

A.  El nombre.

Tal vez no haya nada más importante para la identidad personal que el propio nombre. Nos distingue de los demás y connota una historia de lugares, personas y experiencias que nos han hecho quienes somos. Así como un nombre refleja esa identidad, los cambios en el nombre pueden reflejar su transformación. El cambio de nombre refleja una separación del pasado, la elección de nuevos valores, el compromiso con una nueva red social primaria y, sobre todo, una nueva definición del yo. Este fenómeno es evidente en la propensión a los apodos en las culturas adolescentes, en los cambios de nombre comúnmente asociados con la entrada en varias sectas y movimientos religiosos y, en un grado más amplio, en la tradición histórica de cambiar los nombres de las mujeres en el momento del matrimonio. Nuestra preocupación aquí es el papel de los apodos, alias y otros cambios de nombre en el proceso de participación y separación de las culturas de la adicción y la recuperación.

Muchos adictos culturalmente enredados experimentan cambios de nombre como parte de su iniciación en la cultura de la adicción. No se les conoce por sus nombres o apellidos, sino por apodos, ya sean autoproclamados o bautizados por otros, simbolizan las experiencias culturales en las que se formó la identidad y la vinculan a los valores culturales en los que se sigue basando. Para el cliente en tratamiento aferrarse a su nombre de la cultura adictiva es traer la cultura de la adicción al tratamiento. Si el tratamiento implica una pérdida de este tejido, entonces el nombre debe ser mudado como una piel desprendida a través del proceso de crecimiento.

El papel de los cambios de nombre en este proceso de transformación de la identidad puede facilitarse de varias maneras. Algunos programas simplemente se dirigen a todos los clientes por sus nombres legales. Otros programas, aunque prohíben el uso de cualquier apodo antiguo, dejan que cada cliente seleccione el nombre con el que desea ser tratado. El siguiente ejercicio se recomienda como una experiencia educativa y de aclaración de valores en torno a la cuestión del nombre. Puede realizarse de forma individual o en grupo y es particularmente útil con clientes que han estado profundamente inmersos en la cultura de la adicción.

Proporcione a los clientes tres hojas de papel con el título “Nombre/Apodo" en la parte superior de cada hoja. Pida a los clientes que escriban su nombre legal y cualquier apodo que hayan tenido hasta el momento en que comenzaron a usar alcohol/drogas en la parte superior de la primera hoja. Luego, indique a los clientes que anoten en la hoja cualquier palabra o descripción que ellos o que otros usarían para describirlos durante este período. Repita el proceso para la segunda hoja durante el período de consumo de alcohol/drogas. En la tercera hoja, pida a los clientes que completen el segundo paso de este ejercicio, anotando cómo les gustaría ser descritos por otros y por ellos mismos en el futuro. Pregunte si hay un nombre que refleje mejor las características que enumeraron en la tercera hoja. Este "Juego de Nombres" proporciona un espacio para que los clientes articulen los cambios que han experimentado a través de su adicción y para proyectar conscientemente los cambios deseados en su identidad. A los clientes se les puede dar la libertad de elegir un nombre de pila mientras están en tratamiento como símbolo de su entrada en la cultura de recuperación.

B. Groserías y argot.

Anteriormente, en el análisis de la cultura de la adicción, se señaló que el idioma desempeña un papel importante en el mantenimiento o la transformación de la identidad personal. Las palabras, la manera y los manierismos que rodean su expresión pueden servir para abrir o cerrar puertas al cambio. Las palabras, los gestos, los temas de conversación y los rituales de comunicación cotidiana del adicto enredado están anclados en el mundo social de la adicción, para salir de esta cultura, hay que abandonar su idioma y aprender o reaprender las palabras que sirven de entrada a otros mundos sociales.
Una de las primeras tareas al abandonar la cultura de la adicción es extinguir el argot y la grosería que constituyen la mayor parte de la lengua hablada dentro de ese entorno. Para el equipo de tratamiento, esta tarea implica lo siguiente:
  • Enseñar a los clientes cómo el argot y la grosería refuerzan los valores, actitudes y comportamientos de la cultura de la adicción.
  •  Desalentar consistentemente el uso de argot y la grosería dentro del ambiente de tratamiento.
  • Proporcionar relaciones caracterizadas por la aceptación y la seguridad dentro de las cuales los clientes puedan ser apoyados para probar nuevas habilidades verbales.
  • Cultivar un ambiente rico en lenguaje donde los clientes puedan aprender habilidades de comunicación alternativas.

¿Debe el consejero de tratamiento de adicciones entender y usar el léxico de la "calle" para comunicarse eficazmente con el adicto culturalmente involucrado? El consejero cumple la función de guiar al adicto en un viaje de una cultura a otra. Aunque el guía debe entender el léxico de la adicción como un medio para construir una relación temprana, el uso de este lenguaje con el cliente es no hacer el viaje hacia la cultura de la recuperación. En lugar de proporcionar al adicto las habilidades lingüísticas necesarias para abandonar la cultura antigua, el consejero que habla ese argot de la calle se une y permanece con el adicto en su viejo mundo.

Aunque los controles fuertes en el entorno del tratamiento pueden suprimir el léxico del adicto al principio del proceso de tratamiento como una forma de cumplimiento, es deseable que se involucre más personalmente en el examen y rechazo de este lenguaje y estilo de comunicación de su vida pasada. Para lograr esta supresión del "lenguaje de los adictos", se debe ayudar al cliente a ver realmente este estilo de comunicación. El uso de la simulación y el juego de roles junto con la grabación de videos puede ser una forma muy efectiva y poderosa de retroalimentación en esta área. La mayoría de las personas recuerdan la primera vez que se escucharon en una grabadora. El video grabado puede ser una técnica aún más poderosa para reflejar a los clientes su imagen de sí mismos. El uso de la parodia (exageración) y el humor para reducir las defensas de los clientes también pueden ser efectivos durante estas simulaciones de comunicación. Tales experiencias estructuradas en el tratamiento fuerzan y disminuyen la relación del cliente con la cultura de la adicción al ridiculizar esta cultura. También aumentan la apertura para el auto examen y el cambio.

C. Cambio de los temas de conversación.

El adicto culturalmente enredado pierde no sólo las palabras para comunicarse fuera de la cultura, sino también el contenido de la comunicación. El discurso adicto se restringe cada vez más a los cuentos que se tergiversan, a los cuentos que se copian, que se ocultan, y a los cuentos que involucran problemas que se encuentran en "esa vida". La comunicación de los adictos refleja el narcisismo de la escucha deficiente, la pérdida de empatía, la grandiosidad ("Yo", "Yo", "Yo", "Yo", "Yo") y la proyección de la culpa (''Ellos', "Ellos", "Ellos", "Ellos"). Desenganchar al adicto de la cultura de la adicción implica tanto despojarlo del idioma de esta cultura como cambiar los temas que componen el contenido de la comunicación interpersonal.

Primero se les debe enseñar a los clientes los siguientes principios:

  • El lenguaje, cómo se habla y de qué se habla, es el espejo a través del cual nos conocemos a nosotros mismos y somos conocidos por los demás.
  • El cambio de idioma era parte de la progresión de la adicción, tanto las palabras como los temas del lenguaje rindieron homenaje a la experiencia de la droga.
  • Volviendo al lenguaje y a los temas de conversación de la cultura de la adicción se encuentra el comportamiento de alto riesgo que puede desencadenar un recuerdo eufórico de la intoxicación por drogas, el deseo, la búsqueda de drogas y el comportamiento de consumo.

Los principios anteriores establecen la necesidad de cambio y proporcionan un marco dentro del entorno de tratamiento que permite tanto la confrontación como el autocontrol de la comunicación durante la recuperación temprana.

D. El lenguaje del tratamiento y la recuperación.

El tema principal de este capítulo es que cada componente de la cultura de la adicción quitado al adicto en el proceso de tratamiento debe ser reemplazado por un componente de la cultura de la recuperación. Si la experiencia del tratamiento va a quitar lenguaje, entonces también debe dar lenguaje. Si el idioma antiguo soportaba la adicción, entonces se debe proporcionar un idioma nuevo que apoye la recuperación. Si el idioma antiguo satisfacía las necesidades específicas del adicto, por ejemplo, la identidad social y la inclusión, entonces se debe proporcionar un nuevo idioma de recuperación que satisfaga estas necesidades de manera más positiva.

Una vez que el entorno de tratamiento ha comenzado a suprimir y extinguir el lenguaje de la cultura de la adicción, este mismo entorno debe proporcionar el lenguaje y las habilidades de comunicación esenciales para el proceso de recuperación. Si esperamos que los adictos cambien tanto su forma de hablar como los temas de los que habla, entonces el entorno del tratamiento debe asumir, hasta cierto punto, las características de un laboratorio de idiomas. El menú de este laboratorio de idiomas puede ofrecer diversas opciones.

El entorno de tratamiento debe proporcionar a los adictos una filosofía (lenguaje) de la adicción que se ajuste y dé sentido a su experiencia individual y colectiva, y una filosofía (lenguaje) de tratamiento y recuperación que infunda esperanza. Las palabras que componen estas filosofías son herramientas esenciales en la construcción de un marco de referencia para la recuperación. Los adictos no sólo deben entender esta filosofía, sino que también deben perfeccionarla para que se ajuste a su propia experiencia mediante la construcción de una historia personal. Todos los adictos deben dominar la selección de las palabras y frases que les permitan explicar su vida pasada y presente a los demás, y el lenguaje debe proporcionar un marco para la reconstrucción de la autoestima. Este dominio del lenguaje se puede mejorar a través de exposición a la literatura sobre adicción con conferencias, películas, video y audio, y reuniones de autoayuda que brinden exposición a modelos de conducta que hablen sobre sus experiencias de adicción y sus tareas de tratamiento de recuperación, que demandan la personalización de conceptos clave relacionados con la adicción y la recuperación.
Para lograr la máxima utilidad, el lenguaje dentro de la cultura de tratamiento debe ser transferible tanto a la cultura de recuperación después del tratamiento, por ejemplo, los grupos de autoayuda, como a la cultura en general en la que el cliente interactuará.

El cliente debe dominar las habilidades lingüísticas involucradas en eventos críticos que marcan una transición de la cultura de la adicción a la cultura de la recuperación. Identificar y prepararse para tales incidentes es crucial en la planificación de la prevención de recaídas. Se puede ayudar al adicto en tratamiento a formular respuestas a las siguientes preguntas:

       ¿Qué le digo a mi familia?
       ¿Qué digo cuando mis compañeros de trabajo me invitan a tomar un trago con ellos?
       ¿Qué les digo a mis amigos, algunos de los cuales creo que son alcohólicos?
       ¿Cómo explico a la gente por qué ya no bebo ni uso drogas?
       ¿Qué digo cuando me encuentro con fantasmas de mi antigua vida, por ejemplo, personas a las que les debía dinero, personas que se prostituían?

Crear situaciones en las que los clientes puedan identificar sus propios problemas críticos predecibles y ensayar la forma de afrontar dichos problemas a través de la discusión y el juego de roles es una actividad de tratamiento esencial. Los centros de tratamiento deben engendrar las habilidades de afirmación para que los clientes tengan la voluntad y las palabras para resistirse a volver a comprometerse en la cultura de la adicción.

Algunos clientes han estado tan metidos en la subcultura adictiva que simplemente necesitan volver a aprender a hablar con personas ajenas a esa vida. Los programas de tratamiento que atienden a estos adictos profundamente enredados tal vez deseen explorar actividades de tratamiento que puedan lograr lo siguiente:

   Reorientar a los clientes hacia eventos grupales y comunitarios fuera de la cultura de la adicción, no sólo para comprender, sino para poder conversar sobre dichos eventos, lo que aumenta el contacto y la interacción del cliente con personas y situaciones sociales fuera de esta cultura.
       Proporcionar a los clientes los conocimientos de lenguaje básicos necesarios para dominar los nuevos roles en la cultura de la recuperación, por ejemplo, entrevistas de trabajo.

Muchos adictos nunca han poseído habilidades de expresión afectiva o las han perdido por la progresión de su adicción.

La participación en el tratamiento inevitablemente comienza a precipitar el descongelamiento emocional de estos clientes. A medida que los sentimientos emergen a la conciencia, a veces de forma bastante repentina y dolorosa, el entorno del tratamiento puede proporcionar tanto el espacio para la expresión afectiva como un lenguaje que puede servir como vehículo para liberar dicha emoción.

Las actividades de tratamiento deben coincidir con el ritmo al que se produce este descongelamiento emocional para cada cliente. Las actividades que exigen prematuramente la autorregulación emocional sin proporcionar las palabras para tal revelación, y que atacan la frágil estructura de defensa del cliente, es probable que estimulen la salida a la cultura de la adicción.

LAS FUNCIONES PSICOSOCIALES Y LAS PRÁCTICAS DE LA CULTURA DE LA ADICCIÓN.


La cultura de la adicción y cada grupo dentro de esa cultura se unen para un propósito común: sostener la adicción de sus miembros. La forma en que la cultura se organiza para lograr este propósito difiere dependiendo de las drogas de elección de cada grupo, y de otras características compartidas por sus miembros. Sin embargo, existen necesidades comunes que los miembros de todos los grupos generalmente satisfacen a través de su participación en la cultura.

La cultura de la adicción, como cualquier cultura, es un contexto para las necesidades humanas que hay que satisfacer. Aunque la cultura de la adicción parece extraña a los forasteros, es importante darse cuenta de que la gente participa en ella y en sus rituales (uso de drogas) para abordar las necesidades que todos los seres humanos compartimos. La cultura de la adicción proporciona una alternativa para las personas que, por cualquier razón, son incapaces de satisfacer esas necesidades en la sociedad en general.

La cultura de la adicción da propósito y orden a la vida diaria al proporcionar una visión del mundo y un código de valores. Sus rituales gobiernan la forma en que se satisfacen las necesidades físicas de alimento, refugio y seguridad, y da un contexto para expresar la sexualidad.

Si bien en un principio la gente puede sentirse atraída por esta cultura en función de su consumo de drogas, en este mismo contexto también satisfacen un espectro cada vez más amplio de necesidades, generándose un vínculo entre la cultura y cada necesidad satisfecha. Cuanto más amplia es la asociación, más fuertes son los lazos que conectan a la cultura con sus rituales de consumo de drogas.

Identidad y autoestima.

Dependiendo del grupo, la cultura de la adicción puede apoyar la autoestima alimentando la condición de ser adicto, negando la existencia de la adicción o satisfaciendo otras necesidades.

Los grupos de consumo de drogas célebres, excepto los que tienen miembros en etapas avanzadas de adicción, presentan una paradoja única. La actividad que une a los miembros del grupo es el consumo excesivo de alcohol o drogas, pero nunca reconocen este vínculo, de hecho, uno de los propósitos principales del grupo es ayudar a los miembros a negar la adicción. Al afiliarse con otras personas adictas y negarse a reconocer su adicción, los miembros pueden mantener la ilusión de que su uso no es diferente de el de los demás, por lo que no es un problema. El alcohólico que responde defensivamente, ''no bebo más que los demás”, o la conversación entre dos miembros del grupo, "no eres un alcohólico; no bebes más de lo que yo bebo", revelan cómo los alcohólicos pueden sumergirse en una subcultura alcohólica y simultáneamente negar su alcoholismo. Como el reconocimiento de la adicción requeriría de una dolorosa redefinición de la propia identidad, la cultura apoya el consumo continuado sin tener que pagar este precio.

La manera en que la cultura del consumo de drogas celebres apoya la autoestima de sus miembros frente a las agresiones del mundo exterior es fascinante. Los síntomas de la patología individual de la adicción se organizan en normas de grupo que rigen la interacción entre sus miembros. Es como si los miembros hubieran entrado en un pacto tácito para apoyar mutuamente la minimización, proyección, y racionalización, que les permite sostener y negar su adicción.

Transformación del estigma en estatus; La identidad en la cultura de las drogas ilícitas.

Mientras que la adicción a las drogas celebres se mantiene a través de la negación, la adicción a las drogas prohibidas requiere que se asuma la identidad de adicto. La cultura ilícita ofrece una solución interesante al enigma de cómo aceptar simultáneamente dicha identidad mientras se mantiene la autoestima. Para explorar la solución a este enigma, examinaremos cómo los términos de desprecio de la cultura en general, como "drogadicto" y "loco", han sido impregnados de estatus dentro de la cultura de las drogas ilícitas.

El término "drogadicto" surgió de las campañas prohibicionistas de finales del siglo 19 y principios del 20 en Estados Unidos y tanto el termino como sus implicaciones se propagaron rápidamente por todo el planeta. El término logró demonizar ciertas drogas y a las personas que las consumían, llegando a representar a unas de las personas más detestadas y temidas de la sociedad. Ser un "drogadicto" era, por definición social, alguien que era amoral, criminal, y malvado, era ser estigmatizado y deshonrado a los ojos de la sociedad. Dado lo anterior, mucha gente se sorprende al encontrar adictos que se refieren a sí mismos como "drogadictos" dentro del elaborado argot de la cultura de las drogas ilícitas. En lugar de luchar contra el estigma social inherente a este término, la cultura ilícita lo adoptó y lo convirtió en una insignia de estatus. Al convertir un término despectivo en un término de estatus, la sociedad dominante y sus valores podrían ser ridiculizados y rechazados. Ser conocido como un "drogadicto" significó alcanzar estatus y respeto dentro de la cultura ilícita de la adicción. La capacidad de una cultura para ofrecer identidad y pertenencia proporciona una poderosa atracción a las personas que se han sentido excluidas de la sociedad en general.

Adoptar la identidad del consumidor es una transición importante hacia la cultura de las drogas prohibidas. Para muchos usuarios de estas drogas, esta identidad satisface más necesidades que el consumo mismo. Visto desde afuera es muy difícil apreciar plenamente el poder de la cultura de la adicción para aumentar la estima, ya que, aunque son despreciados por los forasteros, los adictos se ven a sí mismos como parte de un grupo especial y de élite, como miembros de una "logia fantástica". Los adictos se enfrentan a desafíos y sobreviven cada día con su ingenio en un mundo que la mayoría de la gente nunca podría comprender. El dominio de este mundo y la relación con las drogas crea un sentido de unidad y distinción.

Mientras que una barrera importante para la recuperación del alcohólico es la negación de la adicción, una barrera importante para la recuperación del usuario de drogas ilícitas puede ser la dificultad de renunciar a la identidad que le proporciona la adicción. Ya sea en una cultura de personas que niegan colectivamente su alcoholismo o en una sociedad de drogadictos auto identificados, los miembros están vinculados a un grupo a través del cual pueden satisfacer diariamente necesidades personales significativas. Una de las principales necesidades de los miembros es mantener una identidad que proporcione un sentido de valor tanto social como personal. El hecho de que la adicción consuma inevitablemente la autoestima hace que estas culturas proporcionen elaborados mecanismos para mantener la identidad de sus miembros. Si los programas de tratamiento no pueden proporcionar una nueva identidad y mecanismos alternativos para mantener la estima, les resultará casi imposible competir con la cultura de la adicción.

Necesidades de los adolescentes y cultura de la adicción.

Una vez que se entra en la cultura de la adicción, esta puede proporcionar un marco a través del cual se puedan satisfacer la mayoría, si no todas, las necesidades. Cuando una cultura se ocupa de estas necesidades, crea múltiples vínculos que refuerzan el consumo de drogas y constituyen poderosas fuerzas de mantenimiento de la adicción.

Algunas de las principales necesidades del desarrollo de la adolescencia son las siguientes:

  • El dominio de la identidad.
  • La aceptación del cuerpo frente a los rápidos cambios fisiológicos.
  •  La necesidad de explorar la creciente sexualidad para lograr el establecimiento de su identidad y la experimentación con diversos comportamientos sexuales.
  • La necesidad de añadir pensamiento abstracto y lógico al pensamiento concreto.
  • La necesidad de la formulación de los propios valores y la moral.
  • La necesidad de construir un camino hacia el rol de adulto separado física y emocionalmente de la familia.


Cualquiera de las necesidades mencionadas anteriormente puede contribuir a la decisión de un adolescente de consumir alcohol o drogas por primera vez, sin embargo, si este uso inicial ocurre en una subcultura que consume alcohol o drogas, es posible que entren rápidamente en juego fuerzas adicionales para sostener e incrementar el consumo con el tiempo.

El número de necesidades satisfechas dentro de la cultura de la adicción aumenta con la duración de la participación, intensificando así la afiliación y la lealtad a la cultura. El tratamiento de la adicción debe proporcionar experiencias alternativas que satisfagan las mismas necesidades psicosociales que han iniciado y mantenido el consumo de drogas. El tratamiento exitoso debe proporcionar un camino a largo plazo hacia otro estilo de vida que pueda ayudar al cliente a satisfacer estas mismas necesidades.

Cualquier necesidad insatisfecha del cliente, que antes se satisfacía en la cultura de la adicción, constituye un estímulo para la recaída.

Si conceptualizamos la adicción como un camino, entonces hay conocimientos técnicos y habilidades que se deben dominar para poder asumir y mantener el papel de adicto. Una función primordial de la cultura de la adicción es proporcionar a cada uno de sus miembros acceso a este aprendizaje. El resto de este capítulo explora la naturaleza de estos requisitos y habilidades y cómo se transmiten dentro de la cultura de la adicción.

Cómo y de quién se aprende.

Las personas que consumen o que son dependientes de las drogas psicoactivas no nacen sabiendo cómo consumirlas ni siempre reciben la información de la sociedad en general. Las personas que eligen drogas celebres tienen una clara ventaja, porque la sociedad proporciona la información sobre cómo usarlas. No es necesario encontrar una subcultura diferente, por ejemplo, para aprender a usar el alcohol o la nicotina. Aprendemos los rituales apropiados de uso, todos los cuales reducen colectivamente los riesgos asociados con las drogas celebres y proporcionan un fácil acceso al consumidor potencial. De manera similar, la sociedad proporciona información detallada sobre la técnica apropiada para consumir medicamentos. Un médico, a través de una prescripción, dice con qué frecuencia se debe ingerir un medicamento y por qué método, por ejemplo, oralmente o por cualquier otra técnica de consumo; tomar en las comidas, con leche u otras precauciones especiales; no beber alcohol o conducir mientras toma el medicamento; y cualquier efecto secundario desagradable que pueda ocurrir.

En contraste con lo anterior, la información relativa a las drogas prohibidas se oculta al consumidor potencial. Así, la subcultura que ha adoptado la droga prohibida se encarga de transmitir esta información a los consumidores. En efecto, la participación en la cultura se convierte en un requisito para su consumo.

Aprender a experimentar con las drogas.

En contraste con la creencia prohibicionista de que las drogas ilegales son tan poderosas que dominan al individuo desde el primer consumo, muchos usuarios experimentan pocos o ningún efecto, incluso efectos desagradables la primera vez que las consumen. Muchos adictos a la heroína informan que no experimentaron euforia cuando la consumieron por primera vez, de hecho, la mayoría reporta náuseas, vómitos y dolores de cabeza. Aunque más tarde experimentarán euforia, esta información sugiere que el usuario podría tener que consumirla repetidamente para aprender a experimentar los efectos deseados de la droga. Becker (1963) reporta un fenómeno similar en su estudio de los consumidores de marihuana neófitos.

La cultura de la adicción proporciona, además de las técnicas de uso, una guía para el neófito sobre cómo reconocer y disfrutar los efectos de las drogas. Con frecuencia, las personas que consumen marihuana por primera vez ni siquiera reconocen que están drogadas, y mucho menos disfrutan de la experiencia. Usando su experiencia previa con el alcohol como un estándar de comparación, estos individuos pueden no identificar los efectos de la marihuana.

Meses más tarde estos mismos neófitos estarán creando elaborados arreglos de iluminación, música y otros para maximizar su experiencia con la droga. La cultura les enseñará bien.

La cultura de la adicción, al enseñar a los usuarios a experimentar los efectos eufóricos de las drogas, puede desempeñar un papel en la incidencia real de la adicción.

Habilidades para mantener la adicción.

Además de las habilidades de entrada, la cultura de la adicción también proporciona a sus miembros el conocimiento y las habilidades para mantener el consumo durante un período prolongado.
La adicción a cualquier droga, prohibida o celebre, implica riesgos sustanciales. La cultura debe reducir estos riesgos, en la medida de lo posible, para sus miembros. Existe un cuerpo colectivo de conocimientos dentro de la cultura para ayudar a minimizar los riesgos asociados, por ejemplo, con lo siguiente:

       Consecuencias sociales derivadas del consumo excesivo: ¿Qué historias se pueden utilizar para explicar mi comportamiento a personas ajenas a la cultura a fin de evitar la identificación social de la adicción? ¿Cómo se puede manipular o utilizar a otras personas para que ayuden a escapar de tales consecuencias?
       Drogas adulteradas: ¿Cómo sé que lo que estoy comprando es realmente heroína, cocaína, etc.? ¿Cómo puedo determinar la pureza y el valor de la sustancia que estoy comprando?

       Efectos tóxicos agudos asociados con el consumo de drogas: ¿Qué dosis, métodos de consumo, entornos, etc. ¿Como reducir los riesgos de efectos tóxicos o sobredosis? ¿Cómo puedo reducir los riesgos de contraer enfermedades? ¿Qué remedios caseros están disponibles si se producen efectos tóxicos?

       Problemas con las fuerzas del orden: ¿Cómo puedo detectar a un agente encubierto? ¿Cómo puedo detectar a un "sapo"? ¿Qué trucos se pueden usar para ayudar a pasar una prueba de toxicología?

       Problemas con otras figuras de autoridad: ¿Cómo puedo evitar la detección a través de los programas de análisis de orina administrados por las autoridades, los empleadores y los centros de tratamiento?

La experiencia colectiva en la cultura de la adicción suministra una gran cantidad de conocimiento que se puede utilizar para dar forma a la carrera adictiva. Sin embargo, para utilizar ese conocimiento es necesario examinar tanto los mitos como la desinformación.

La fuerza que impulsa la actividad diaria de la mayoría de los adictos es mantener un acceso adecuado y conveniente al suministro de drogas. Esto significa acceso tanto al dinero como a la droga. Mantener un suministro de dinero, aunque relativamente pequeño para las drogas celebres, representa un reto importante para el adicto a las ilícitas. El apetito insaciable del adicto por la droga requiere un suministro regular y sustancial de dinero. Obtener ese dinero a menudo significa involucrarse en actividades criminales, lo que requiere habilidades que pocas personas tienen antes de su ingreso a la cultura de la adicción. La variedad de tales actividades se discutirá más adelante, pero lo que es importante ahora es entender los requisitos y habilidades para la actividad delictiva y como se obtienen dichas habilidades.

Frente a una demanda constante de grandes cantidades de dinero para mantener la adicción, la persona se ve obligada a capitalizar los activos naturales y las oportunidades. Debe encontrar un oficio o actividad que produzca un ingreso frecuente, manteniendo el tiempo y las circunstancias para consumir drogas. Imagine, en caso de no haberlo vivido ya, que usted, ha adquirido un hábito de drogas que requiere aproximadamente 50.000 pesos al día. Usted ha estirado los ingresos de su actividad legítima y ha extendido su crédito personal hasta sus límites, ha pedido prestado todo el dinero posible a familiares y amigos, y ha vendido esas posesiones personales más fácilmente convertibles en dinero en efectivo. ¿Cómo apoya usted ahora su adicción? Usted está ahora al borde de la relación entre la adicción y el crimen, empezando a evaluar qué opciones y oportunidades tiene para generar ingresos para mantener su consumo. Existe un conjunto detallado de conocimientos y habilidades que se deben dominar para llevar a cabo con éxito cualquier actividad delictiva al mismo tiempo que se mantiene la adicción.

Cuando se ha resuelto el problema de los medios para obtener dinero, el adicto debe tener fácil acceso al suministro de drogas. Afortunadamente para el adicto, la cultura de la adicción crea una red segura al establecer múltiples fuentes de suministro. La cultura también puede transmitir información y habilidades que pueden asegurar drogas continuamente.

ASPECTOS CULTURALES DE LA ADICCIÓN.


La cultura de la adicción es una forma de vida, un medio de organizar la existencia diaria y una forma de ver a la gente y los acontecimientos del mundo exterior. Es una forma de hablar, caminar, vestirse, creer, aparearse, trabajar, descansar, pensar y de ver lo que separa a las personas que están "en esa vida" de las que no lo están. La cultura de la adicción abarca valores, artefactos, lugares, rituales, relaciones, símbolos, música y arte, todos los cuales refuerzan la participación en el consumo excesivo de drogas. La cultura de la adicción puede jugar un papel importante tanto en el inicio como en el mantenimiento de los trastornos por abuso de sustancias. En este libro se intentará describir y, en la medida de lo posible, crear conciencia, del mundo en el que vive el adicto a diario.

 La "Naturaleza" de la adicción.

La adicción surge de numerosas causas, produciendo grupos de adictos de características distintas, cada uno de los cuales requiere enfoques de tratamiento significativamente diferentes. Entonces, ¿Cómo sabemos cuáles son las principales fuerzas que impulsan el inicio del patrón de consumo excesivo de alcohol y otras drogas en una persona?

Para responder a esta pregunta es necesario definir las principales causas, identificar las características distintivas de cada una y sugerir las intervenciones de tratamiento que consideramos más apropiadas.

Cada vez hay más pruebas de que existen múltiples causas de la adicción. Aquí hay algunas que han sido identificadas:

·   De origen bioquímico: el vínculo primario entre la droga y el cliente ocurre a nivel físico. Tal vulnerabilidad puede haber sido causada por predisposición genética, enfermedad o trauma, pero lo que esta teoría comparte es una vulnerabilidad atípica a las propiedades de las sustancias psicoactivas en algunas personas.

·    Ligada a problemas médicos: El inicio del consumo excesivo de drogas está ligado a un patrón de automedicación cuyo propósito es el alivio de los síntomas molestos de la enfermedad primaria, o de algún trauma.

·     Ligada a una enfermedad psiquiátrica: El inicio del uso de drogas es una manifestación de un trastorno psiquiátrico.

·    Ligada a trastornos del comportamiento: El uso excesivo de drogas surge dentro de un patrón de comportamiento en el que el riesgo y la excitación son altamente valorados.

·       Ligada a traumas o crisis:  El inicio del uso de drogas sirve para aliviar el dolor emocional que resulta de factores estresantes extremos de la vida tales como el divorcio, la muerte o la pérdida del trabajo.

·    Ligada a una perturbación en la familia:  El inicio del abuso de sustancias sirve para desviar la atención de un problema mucho más doloroso y potencialmente desestabilizador, como el divorcio inminente, la muerte inminente o el abuso sexual.

·    Ligada a una red de relaciones entre iguales: El inicio del abuso de sustancias está ligado a las necesidades de identidad social y aceptación dentro de una subcultura que promueve el consumo excesivo de alcohol y drogas.

·        Ligada a las normas culturales: El inicio del consumo excesivo de drogas está ligado a los ritos y a la pertenencia continua a un grupo cultural.

Lo que es importante acerca de las teorías de las múltiples causas de la adicción es que la cultura de la adicción puede desempeñar un papel tanto en el inicio como en el mantenimiento de un patrón de uso excesivo y problemático de drogas, independientemente del camino que condujo a la iniciación. En las últimas etapas, la cultura de la adicción puede representar el mayor obstáculo para los clientes que entran en el proceso de recuperación.

La cultura como fuerza iniciadora.

El ritual del consumo de drogas psicoactivas, y en particular el consumo excesivo con consecuencias indeseables puede verse reforzado inicialmente no solo por las propiedades de las sustancias, sino por los significados sociales y las recompensas que se derivan de la participación en dichos rituales. La cultura de la adicción ofrece la identificación con símbolos, rituales, relaciones y estilos de vida que satisfacen las necesidades personales significativas de una persona.

 La cultura como fuerza sustentadora.

Para muchos adictos, la cultura de la adicción no juega un papel al inicio de su adicción, sino que se convierte en una fuerza para mantenerla en el tiempo.

A muchos adictos les ha resultado más fácil romper la relación con las drogas que romper su relación con la cultura en la que se consumen. El fracaso en romper la relación cultural a menudo precede a la recaída.

 Estilos e intensidad de la participación cultural.

Todos nosotros estamos rodeados de culturas, pero hay una gran diferencia en la forma en que cada uno de nosotros elige relacionarse con ellas.

Las personas adictas muestran una diferencia similar en su grado de implicación en la cultura de la adicción y en su estilo de afiliación. A continuación, se presenta una clasificación sencilla que describe tres estilos básicos de afiliación con esta cultura.

El adicto acultural:

El adicto acultural es la persona que ha iniciado y mantenido la adicción en aislamiento, viviendo su adicción a lo largo del tiempo sin tener relaciones con otros adictos ni participar en una cultura de drogas lícitas o ilícitas.

La mayoría de los adictos aculturales se enorgullecen de controlar y dominar su droga de predilección y no se perciben a sí mismos como adictos. Pueden ver con desdén a los alcohólicos y a los adictos como personas que carecen de fuerza moral y carácter. El hecho de que no se haga frente al consumo de drogas y a las consecuencias que éste produce en su vida es un obstáculo importante para el éxito de cualquier intervención.

El adicto culturalmente enredado:

Los adictos culturalmente enredados han perdido cada vez más contacto con un mundo social en el que la abstinencia y la moderación son los valores que rigen el consumo de drogas. Dependiendo de si se mira desde afuera o desde adentro, estos adictos son miembros de una subcultura diferente. No sólo son adictos a una droga, sino que también son adictos a una forma de vida que les garantiza la continuidad de su pertenencia a “esa vida". Es en este mundo donde se sienten vivos y en casa. Es un mundo que promete aceptación, estatus, seguridad y, sobre todo, acceso a la relación más importante en sus vidas: su relación con las drogas.

El adicto bicultural:

A diferencia del adicto acultural que aborrece la asociación con la cultura de la adicción, y del adicto culturalmente enredado que no conoce otro mundo, el adicto bicultural vive simultáneamente en la cultura general y en la cultura de la adicción. Estos adictos tienen dos identidades y operan en dos mundos, cada uno de los cuales sirve para satisfacer ciertas necesidades, pero a ninguno de ellos le es totalmente fiel. 

SOBRE LA RECUPERACIÓN PARCIAL DE LA ADICCIÓN


Unas breves definiciones:

La recuperación parcial, que se describirá con más detalle a continuación, consiste en la disminución de la gravedad y frecuencia de los problemas por uso de alcohol y otras drogas (AOD) junto con esfuerzos persistentes para lograr la estabilidad de estos cambios.

La recuperación completa, aunque no implica los conceptos de perfección o integridad, se refiere a un cambio positivo y sostenido en la relación de la persona con las sustancias (medido frecuentemente por la abstinencia, la sobriedad sostenida o la realización adecuada de un  tratamiento), mejor salud y funcionamiento global, y  la reparación de la relación persona-comunidad.

La recuperación enriquecida, se refiere a un estado de salud óptimo, funcionamiento y aumento del servicio comunitario, no a pesar de la adicción, sino debido a las fortalezas desarrolladas a través de su proceso de recuperación.

El presente artículo busca ampliar el concepto de recuperación parcial de un trastorno por uso de sustancias (SUD).

Antes de continuar, es importante distinguir entre dos términos comúnmente usados indistintamente. La remisión es un término médico que indica que una persona que en algún momento cumplió con los criterios de diagnóstico de un trastorno, ha dejado de cumplir con dichos criterios durante un período de tiempo específico. En el caso de los SUD, la Asociación Psiquiátrica Americana sugiere dos categorías: remisión temprana (al menos 3 pero menos de 12 meses sin cumplir con los criterios para un trastorno por uso de sustancias (excepto el ansia), y remisión sostenida (al menos 12 meses sin cumplir con los criterios SUD (excepto el ansia)). La remisión puede caracterizarse como un proceso de sustracción de síntomas o enfermedades de lo que de otra manera podría ser una vida sin cambios.

La recuperación, un término utilizado para caracterizar la experiencia de resolver problemas graves y persistentes de alcohol y otras drogas, se describe ampliamente como algo más que la desaceleración del consumo o la eliminación de las sustancias de la vida de una persona. Dentro del concepto de recuperación consideramos adecuada una definición más amplia que considere tres niveles de recuperación a saber:  Recuperación: Abarca procesos de sustracción (reducción y cese del uso de drogas) y respecto de la adición, (mejoras considerables y crecientes en la salud física, emocional, social y espiritual/ontológica (por ejemplo, sentido y propósito de la vida). La recuperación enriquecida se distingue por su efecto multiplicador: transformaciones dramáticas del carácter personal, la identidad y los niveles de funcionamiento social y de servicio a la comunidad más allá de lo que hubiera sido probable sin las fortalezas de la experiencia de recuperación. El concepto de recuperación parcial se aplica comúnmente a otras condiciones médicas, particularmente a las condiciones crónicas. Esto significa que la afección no se ha curado o que sus síntomas no se han suprimido de forma permanente, pero que la gravedad y frecuencia de sus manifestaciones y sus consecuencias sobre el funcionamiento y la calidad de vida se han reducido a un nivel manejable.
El campo de la salud mental ha ensalzado durante mucho tiempo el potencial y el objetivo de la recuperación parcial, pero hasta hace poco negaba la probabilidad e incluso la posibilidad de una recuperación completa de las enfermedades mentales más graves.  Por el contrario, el campo de las adicciones ha utilizado durante mucho tiempo el concepto de recuperación completa, pero ha carecido de una comprensión funcional del potencial de la recuperación parcial como un logro transitorio o terminal y un resultado valioso de su tratamiento.

El concepto de recuperación parcial de SUD puede aplicarse a diversas circunstancias, incluyendo las siguientes:

1.       Los criterios del SUD continúan cumpliéndose, pero con niveles más bajos de gravedad, por ejemplo, la disminución de la frecuencia, gravedad y consecuencias del uso de AOD, y las conductas de riesgo relacionadas.

2.       El consumo de sustancias ha cesado o se ha desacelerado hasta el punto de la remisión diagnóstica, sin evidencia de mejoras mayores en la salud y el funcionamiento global, la calidad de vida o la integración en la comunidad. (Los primeros meses/años de los esfuerzos de recuperación suelen estar marcados por un deterioro continuo de la salud física y el funcionamiento emocional y social, síntomas que continúan mejorando durante los primeros años de recuperación para la mayoría de las personas, pero no para todas).

3.       Los patrones de consumo de sustancias permanecen sin cambios, con evidencia de mejoras en la salud global, el funcionamiento social, la calidad de vida o la integración comunitaria (invirtiendo la secuencia normalmente esperada).

4.       El uso de sustancias ha cesado o se ha desacelerado hasta el punto de la remisión diagnóstica con algunas pero limitadas mejoras en áreas más amplias de la salud y el funcionamiento debido a una o más afecciones comunes (trauma del desarrollo, enfermedad psiquiátrica, cargas médicas/legales/ocupacionales que surgen de los antecedentes de adicción) u obstáculos ambientales para la recuperación.

La recuperación parcial es un estado de limbo en el que la adicción se ha desestabilizado (como lo demuestran los repetidos intentos de recuperación), pero el cambio aún no se ha estabilizado completamente. Algunos quedan atrapados en ese limbo entre el inicio y el mantenimiento de la recuperación, sabiendo cómo dejar de consumir pero sin dominar del todo cómo evitar recaídas o cómo vivir y manejar la situación como persona en recuperación. En este punto se necesita la combinación y secuencia correcta de experiencias y apoyos para servir como catalizador o punto de inflexión de la estabilidad de la recuperación.

Varias implicaciones para las personas que apoyan la recuperación de la adicción se derivan del concepto de recuperación parcial.

En primer lugar, lo parcial puede constituir un estado permanente, una etapa de desarrollo de la recuperación, o un consumo temporal limitado de drogas con la eventual reversión a un nivel anterior o de mayor gravedad. Los individuos y sus familias que estén considerando opciones de tratamiento de la adicción y de apoyo a la recuperación deben estar informados sobre el espectro de posibles trayectorias posteriores al servicio: 1) ningún efecto (continuación o aceleración del uso de AOD y sus consecuencias), 2) efecto limitado (recuperación parcial), 3) efecto óptimo (recuperación total) y 4) efecto no imaginado (recuperación enriquecida). Estas mismas comunicaciones deben incluir los factores que se sabe que influyen en estos resultados potenciales y lo que el individuo y la familia pueden hacer para escribir los capítulos futuros de su historia.

En segundo lugar, si la recuperación parcial es sostenible sin que exista un deterioro cada vez mayor y es una elección individual, deberíamos preguntarnos qué podríamos hacer para apoyar dicho logro, dados los beneficios para nosotros mismos, la familia y la sociedad que podrían derivarse de la desaceleración del problema. Las personas que son constitucionalmente incapaces de abstinencia permanente del uso de AOD, pero que pueden elegir o sólo ser capaces de lograr una recuperación parcial en momentos particulares de sus vidas, no han sido consideradas históricamente como candidatos de servicio legítimos dentro del campo de las adicciones. El surgimiento de un campo separado de reducción de daños y los llamados a integrar la reducción de daños, el tratamiento clínico y los servicios de apoyo a la recuperación pueden cambiar eso.  El criterio que queremos compartir es que la recuperación, al igual que la adicción, existe en un espectro, y que se puede lograr una mejora considerable en la salud, el funcionamiento social y la calidad de vida en el camino hacia la recuperación total. Cada cambio positivo tiene valor en sí mismo e incuba cambios futuros. Las personas logran una recuperación parcial con o sin adoptar una identidad de recuperación, con o sin ayuda mutua de recuperación, y con o sin participación en el tratamiento de las adicciones.

Tercero, los diseños de servicios alternativos son necesarios para las personas que logran una recuperación parcial limitada en el tiempo, pero cuyas recaídas periódicas en el uso de drogas los lleva repetidamente a través de las puertas giratorias de los programas de tratamiento de la adicción. Reciclar a estas personas a través de modelos de cuidados intensivos de tratamiento de la adicción ofrece poco más que atención de relevo y necesita ser reemplazado por modelos de gestión de recuperación asertiva y sostenida e instituciones de apoyo a la recuperación potencialmente nuevas o terapéuticamente adaptadas. Las organizaciones de ayuda mutua para la recuperación han dado cabida desde hace mucho tiempo a estas personas; añadir nuevas fuentes de apoyo podría facilitar el paso de la recuperación parcial a la recuperación total.

Cuarto, necesitamos un entendimiento más claro de las diferencias entre aquellos que logran una recuperación parcial versus una recuperación completa del SUD. Esta es una agenda tanto de investigación como clínica. Mi observación es que la recuperación, como la adicción, es un proceso de espectro. Esto significa que así como los problemas de AOD existen en un amplio espectro de gravedad, complejidad y cronicidad del problema, la recuperación también existe en un amplio espectro de patrones de resolución. Otra observación es que los que logran una recuperación parcial a menudo existen dentro de este espectro medio de gravedad, complejidad y cronicidad del problema. Es posible que necesiten modelos de apoyo a la recuperación diferentes de los que se utilizan en los extremos mínimo y máximo de este continuo, y sus estilos de resolución de problemas a largo plazo pueden diferir notablemente de los de estos otros dos grupos. Las necesidades de los que se encuentran en este espectro medio constituyen una zona potencial de innovaciones futuras en la reducción de daños, el tratamiento de las adicciones y los servicios de apoyo a la recuperación.