Tal Vez, El Mejor Método Para El Tratamiento De La Adicción.

El tratamiento de la adicción se ha convertido en un asunto cada vez más profesional, y de paso cada vez en más  impersonal. Esto puede deberse a la tendencia actual de la utilización de técnicas  de tratamiento basadas en la evidencia. El objetivo de éste escrito es: revivir una preciosa condición en peligro de extinción, una palabra que cada vez se escribe menos  en los textos sobre el tratamiento, y que casi ni se menciona en los programas de capacitación para terapeutas de la adicción. La palabra es: amor.

En la actualidad, es probable que se piense en el amor en el contexto del tratamiento de la adicción, mas en términos de violaciones éticas, que en términos de ser una condición siempre presente en los terapeutas más eficaces. Pero habiendo sido terapeuta, capacitado y supervisado terapeutas de adicción durante varios años, me atrevo a afirmar que el más efectivo de tales terapeutas, es quien siente un amor profundo y no posesivo, hacia aquellos a quienes sirve.  La importancia del amor como base del tratamiento de la adicción, es comprensible solo cuando se considera la histórica falta de respeto, el desprecio e incluso el odio, que quienes con las adicciones más severas, complejas y prolongadas, han experimentado tan a menudo en sus encuentros con los terapeutas que les tratan.

Pocas condiciones son tan deformantes del carácter de una persona, como el hecho que su verdadera humanidad se pierda en lo que a veces es la imagen desagradable de la persona enferma de adicción. Así como no se puede esperar que a la gente le gusten los rasgos y comportamientos propios  de la adicción, lo que distingue a los mejores terapeutas,  es su reconocimiento de tales rasgos como una expresión de un trastorno, y no como la esencia de la persona. El mantra guía de los mejores terapeutas es muy simple: odiar la enfermedad, amar a la persona. 

En nuestro interés por  los métodos de tratamiento mas efectivos contra la adicción, no debemos perder un requisito  fundamental: la capacidad, no solo de aceptar y respetar a aquellos con quienes trabajamos, sino de amar a la persona que se encuentra debajo de la imagen desagradable del adicto.

Cuatro cosas han permitido a algunos profesionales del tratamiento de la adicción, para trascender el desprecio cultural con el que se ha mirado durante mucho tiempo al adicto: 1) experiencias personales de recuperación y / o relaciones con personas en recuperación de largo plazo, 2) educación profesional específica relacionada con la adicción, 3) la capacidad de entablar relaciones con personas con problemas graves con drogas y alcohol, desde una posición de igualdad moral y autenticidad emocional, es decir, tener la voluntad de experimentar un "sufrimiento común”, independientemente del estado de recuperación, y 4) supervisión clínica por parte de quienes poseen conocimientos especializados sobre adicción, tratamiento, y el proceso de recuperación. Debemos asegurarnos que estas cualidades y condiciones no se pierdan, en el afán diario del tratamiento de la adicción.

 La experiencia de personas adictas con terapeutas y  profesionales a menudo se caracteriza por:
  • Ser condenado y tratado con hostilidad,
  • Sentirse culpable por su condición y circunstancias,
  • Confusión entre la enfermedad y la persona,
  • Ser etiquetado y estigmatizado debido a su enfermedad;
  • Sentir desprecio por su "debilidad"  y   fracasos en su vida, y
  • Sentir que la recuperación incluye un castigo necesario para “aprender una lección”.

En resumen, los profesionales tradicionales no entienden a esta persona enmascarada por la adicción, no les gusta esta persona, y lo saben.

Tales actitudes se pueden encontrar en el  tratamiento de la adicción y el apoyo a la recuperación, entre quienes desempeñan diversos roles, independientemente de su estado de recuperación personal. Todos nosotros somos seres humanos imperfectos. Todos nosotros hemos tenido pensamientos y sentimientos dentro del proceso de ayuda, de los que no estamos orgullosos. Encontrar tales pensamientos y sentimientos no es una cuestión de si , es una cuestión de cuándo. La clave es darse cuenta rápidamente, cuándo estas actitudes aparecen durante nuestros períodos de mayor vulnerabilidad,  o cuándo nos encontramos con un cliente particular o un tipo de cliente que provoca tales sentimientos.   Lo más importante es: qué elegimos hacer al respecto. Dichas experiencias son, idealmente, momentos de mantener el control, y un aviso de la necesidad de orientación o de supervisión. Es en este proceso de autoinventario y orientación profesional, que podemos superar nuestras propias reacciones defensivas, conectarnos y cuidar auténticamente a aquellos a quienes estamos comprometidos a servir.


Las heridas abiertas de los hombres y mujeres que buscan refugio en el tratamiento de la adicción, y en los entornos de apoyo a la recuperación, ofrecen el potencial para encuentros que transforman vidas. Lo que los heridos necesitan en esos momentos, no son solo nuestros métodos de tratamiento, sino nuestra humanidad, no solo la técnica de asesoramiento, sino el tipo de empatía y compasión que trasciende los roles de terapeuta y usuario; de ayudante y ayudado. Es a esto último a lo que llamamos: amor.