La adicción, la recuperación, la religión y la espiritualidad

El camino hacia la adicción y de la adicción a la recuperación es complicado y está lleno de fortalezas y debilidades, tareas motivacionales y conductuales, apoyo significativo e influencias de todo tipo  que se convierten en parte de un proceso cíclico, normalmente caótico, que conduce a un cambio sostenido y a menudo radical en la vida del adicto. La espiritualidad y la afiliación y práctica religiosa formal, a menudo juegan un papel importante en este viaje. La ciencia, especialmente la psicología y la psiquiatría, ha tenido dificultades para explorar y comprender el papel que la espiritualidad y la religión juegan en la adicción y la recuperación. Recientemente ha habido un renovado interés en explorar cómo la espiritualidad y las tradiciones religiosas pueden influir en la salud, así como en la naturaleza humana, la motivación y el cambio. 

He observado que las interacciones entre la espiritualidad o la religión y el proceso de adicción y recuperación pueden influir en la motivación y la preparación para el cambio, los valores y la toma de decisiones, el compromiso, el apoyo para el uso de drogas o para la recuperación, la generación o reducción del estrés, la sostenibilidad del cambio y la creación de las bases para un nuevo estilo de vida.

Es interesante que la religión y la espiritualidad puedan actuar tanto como factores de riesgo como de protección en la iniciación y la recuperación de la adicción. El inicio del uso de drogas puede ser alimentada tanto por el desencanto o la rebeldía contra una norma religiosa demasiado restrictiva, como por la búsqueda de la iluminación espiritual. Las crisis espirituales  y los valores encarnados en varias tradiciones religiosas como el perdón, un dios misericordioso, la humildad y la redención también pueden servir como motivadores importantes para estimular la disposición y fortalecer el compromiso para avanzar hacia la recuperación. El desafío para la prevención y el tratamiento es comprender si la espiritualidad y las prácticas y valores religiosos operan en los individuos en los que intentamos influir, y cómo lo hacen. Introducir la religión puede ser un arma de doble filo que debe usarse con cuidado. Muchos usuarios tienen sentimientos fuertemente positivos, fuertemente negativos o mezclados acerca de los mensajes, las tradiciones o prácticas religiosas. Algunos han tenido experiencias problemáticas con sacerdotes y congregaciones religiosas. La introducción de la religión puede suscitar una serie de reacciones e interferir o promover el compromiso y la apertura a las intervenciones, así como contribuir con la ambivalencia. El uso de estrategias de motivación para descubrir cómo influyen estos factores en la vida de un individuo sería un primer paso importante. Claramente, etiquetar la espiritualidad como siempre útil o siempre dañina, supone una gran simplificación de las complejas relaciones presentes en la adicción.

Por definición, las adicciones implican cierta pérdida de control y una autorregulación deficiente. Si el estrés, las adicciones y la lucha contra los trastornos mentales y la adicción agotan la fuerza del autocontrol, entonces las prácticas religiosas como la conciencia, la meditación y la oración pueden ofrecer un respiro y pueden ser herramientas útiles para apoyar la autorregulación. La espiritualidad puede servir como fuente de fuerza y motivación para la recuperación. No es una coincidencia que la ausencia de "fondo" y el hallazgo de un poder superior en Alcohólicos y Narcóticos Anónimos estén vinculados. Esta conexión es apoyada por la concepción , de algunas tradiciones protestantes, de que el éxito en los negocios y en la vida es una recompensa por vivir una vida justa, y que volverse hacia Dios es la única manera de convertir el error en recuperación. Creo que hay conexiones importantes entre las prácticas espirituales y las de recuperación, especialmente para las personas con consecuencias devastadoras relacionadas con las adicciones.

Finalmente, creo que el papel de la religión como un sistema de creencias culturales, una comunidad de creyentes y un conjunto de prácticas espirituales puede proporcionar un apoyo importante para la fase de acción del proceso de cambio. Para las personas que entran o salen de la adicción, la afiliación religiosa puede ofrecer entornos alternativos y apoyar a las comunidades que puedan permitir que el individuo se retire de su participación inicial en el consumo de drogas o que se recupere de manera sostenida. Sin embargo, también existe el peligro de que el estigma y el juicio interfieran con éste potencial positivo. 

He conocido usuarios adictos que han reportado una sensación de no ser bienvenidos en algunas comunidades religiosas y otros con experiencias como ser forzados a orar o ser etiquetados y aislados. La religión no es una droga que detiene las adicciones. Tampoco es la respuesta para todos los individuos. No debemos asumir que todos los esfuerzos religiosos o espirituales serán útiles, y tenemos la responsabilidad de ayudar respetuosamente a las organizaciones e instituciones religiosas a aprender sobre el camino de las adicciones para que puedan descubrir cómo pueden ofrecer una ayuda significativa y minimizar el daño potencial.


El apoyo para la recuperación incluye personas, lugares y actividades saludables y útiles. La recuperación no es la ausencia de sustancias, sino el retorno a la integridad y la salud. Nuestra tarea como investigadores, clínicos y especialistas en prevención es entender, respetar, explorar, educar y ofrecer alguna orientación sobre cómo incorporar mejor la espiritualidad y la religión en nuestro trabajo para ayudar a nuestros usuarios a evitar el viaje hacia la adicción y encontrar el valor para hacer el viaje hacia la recuperación.