"No puedes ayudar a un adicto hasta que esté listo para la ayuda." Hemos escuchado esta declaración cientos de veces y tal vez la hemos dicho nosotros mismos. Es un mito más sobre la adicción que nos impide responder a una enfermedad mortal y destructiva. Nos deja al margen mientras la adicción corre a través de nuestras familias y amigos.
Cuando decimos: "No se puede ayudar a un adicto hasta que esté listo para recibir ayuda", lo que pensamos es: "Por lo tanto, no hay nada que tú, yo o cualquier otra persona podamos hacer para resolver este problema". Esto simplemente no es cierto.
Qué sucede cuando desafiamos este mito con una pregunta bien planteada: "Si los alcohólicos y adictos no aceptan ayuda hasta que estén listos, ¿Qué se necesita para que lo estén?" Cuando nos hacemos esta pregunta: ¿Qué se necesita?, cambiamos la manera en que pensamos sobre el problema y, a su vez, cambiamos la manera en que lo abordamos. Como nos recuerda James Allen en su libro Como un hombre piensa, "Deje que un hombre altere radicalmente sus pensamientos, y se asombrará de la rápida transformación que afectará a las condiciones materiales de su vida".
Los alcohólicos y adictos que reciben ayuda "por su cuenta" no lo hacen porque ven la luz, sino porque sienten el calor. Aparece algo que los sacude tanto que prefieren aceptar ayuda que seguir bebiendo y drogándose. Normalmente la sacudida proviene de una desorganizada y agotadora mezcla de tragedia personal para el adicto y la familia: divorcio, pérdida de trabajo, ruina financiera, violencia doméstica, negligencia infantil, cárcel, cirrosis, locura y, en última instancia, muerte. Algo trágico interviene antes de que el alcohólico o adicto busque la recuperación. Dicha sacudida, sin embargo, puede ser un acto organizado y amoroso realizado por amigos y familiares. La primera requiere años y años de sufrimiento; la segunda, unas pocas semanas de planificación.
El razonamiento detrás del concepto ampliamente repetido de “tocar fondo” es que debemos esperar a que las consecuencias negativas invadan la vida de los alcohólicos o adictos antes de que acepten la ayuda. Antes del desarrollo de las técnicas de intervención en la década de 1960 por el Dr. Vernon Johnson, las familias no conocían otro recurso que esperar a que el adicto tocara fondo. Pero tocar fondo tiene un gran precio. La destrucción de la familia es un precio que mucha gente paga. Tocar fondo también puede significar la cárcel, la locura o la muerte. Otra forma de abordar el problema es intervenir con amor primero, esto ayuda a su ser querido adicto a recuperarse sin pasar por años de aflicción y pérdidas. La familia también se salva de la angustia y el dolor que pueden durar décadas.
"En el momento en que te comprometes y dejas de contenerte, todo tipo de incidentes imprevistos, aparecerán para ayudarte. El simple acto de compromiso es un poderoso imán de ayuda".
Napoleón Hill